La menstruación: por qué es asquerosamente necesario hablar de ella.
Yaredh Marín Vázquez
Antropóloga Social
Colaboradora en Proyecto Matices
Ilustraciones de portada. Augusto Meztli.
La menstruación, ese proceso femenino físico y emocional que ha sido callado, invisivilizado y hasta condenado socialmente, esa experiencia íntima que urge reflexionar.
Seguramente nuestras abuelas, nacidas en la década de los años 30, llegaron a la adolescencia con escasa información de lo que sucedía en su cuerpo y casi siempre con una consideración mínima sobre su salud emocional respecto de esos cambios. Mujeres que descubrieron con asombro su sangrado sin saber de qué se trataba. Cuando preguntaron o anunciaron a otras mujeres su menstruación, recibieron una respuesta en voz baja “Eso le pasa a las mujeres, ponte este trapito y no lo cuentes a nadie”, “No salgas a la calle”, “No te bañes”, “No te toques”.
A nuestras madres tal vez les fue un poco mejor. A nosotras tal vez nos enseñaron en la escuela de qué se trataba la menstruación; eso sí, visto como un acto puramente biológico y casi siempre desde el punto de vista médico. Sin embargo, ¿Cuántos casos conoces donde la menstruación constituyó una experiencia hermosa, una puerta al autoconocimiento femenino?
El silencio y la ignorancia nos vulneran, que las mujeres no conozcamos nuestro cuerpo, qué pasa en él y, menos aún, reflexionemos sobre la forma en que esto nos afecta emocionalmente, nos expone a que otros tomen decisiones por nosotras. Por lo anterior, la educación menstrual es urgente, que desde pequeñas conozcamos nuestro cuerpo; qué es la vulva, la vagina, el cérvix, un óvulo, el endometrio, de cuánto tiempo es un ciclo menstrual sano, qué me indica mi menstruación, además de aprender a llamar las cosas por su nombre.
Cuerpo femenino: cercano y desconocido.
Durante los últimos años me he dedicado de diversas maneras a promover alternativas saludables para la menstruación. En charlas con mujeres de distintas edades y partes del país me he encontrado con una constante “NO CONOCEMOS NUESTRO CUERPO”. Le llamamos en lo bajito “vagina” a todo ese universo que existe entre nuestras piernas y vientre.
Actualmente, en México el índice de embarazos adolescentes es altísimo. Según una nota de José Juan Reyes en El Economista (…) la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) considera que México lidera la lista de países con embarazos en adolescentes de 12 a 19 años de edad. Al día se registran 1,252 partos, cuyas madres se encuentran en este rango de edad, esta cifra representa que en uno de cada cinco alumbramientos está implicada una joven, pues se estima que el total nacional es de 6,260.
Por otro lado, la tasa de cesáreas en México es de las más altas en el mundo. En una nota de la BBC, con datos obtenidos de la Organización Mundial de la Salud, México se encuentra entre los países las cifras más altas de nacimientos por cesárea. Se recomienda que del 100% de los nacimientos las cesáreas se utilicen únicamente entre el 10 y 15% de los casos, en México el porcentaje es de 45.2%. Si bien esta cirugía es un recurso necesario en embarazos y partos complicados, es un proceso que se ha estandarizado y que en muchas ocasiones las mujeres pudieron evitar.
¿Por qué traigo esto al tema de la salud menstrual? Si bien estas realidades, la del embarazo adolescente y las cesáreas, corresponden a una combinación de varios factores, la carencia de educación sexual integral que implique necesariamente educación menstrual, empobrece el empoderamiento de las mujeres. Así, la falta de información nos convierte en un ente pasivo en relación a nuestro propio cuerpo, que las decisiones sobre embarazarnos, parir o incluso no hacerlo, sean tomadas o fuertemente mediadas por otros. Es desde antes del inicio de nuestra vida reproductiva que la información debe estar presente y el primer paso obvio de la vida reproductiva de las mujeres es la menstruación, una vía al conocimiento sobre nuestro cuerpo y sus capacidades.
El negocio menstrual
Resulta que las toallas desechables y los tampones no son la panacea que nos venden. Los desechables son accesibles y de fácil uso, sin embargo los costos físicos y ambientales que producen son muy altos. Los desechables comerciales están elaborados con derivados de petróleo, pulpa de madera blanqueada con cloro[1]; es decir materiales que tienen un alto costo de manufactura y un periodo de vida muy corto; convirtiéndose en basura rápidamente que tarda cientos de años en degradarse. Además, muchas mujeres presentan infecciones recurrentes con el uso de estos productos “de higiene femenina”, debido al contacto con el plástico, los olorantes y los geles con el que están fabricados. En el siguiente cuadro presento un diagrama con cuentas sobre costos ambientales y económicos.
Existen otras alternativas saludables para el cuerpo y con menor impacto ambiental tales como las toallas de tela o las copas menstruales, entre otras. La vida útil de las toallas de tela y las copas oscila entre los 3 y 10 años.
En México, la COFEPRIS (Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios), publicó recientemente una alerta sobre las copas menstruales[2] diciendo, en resumen, que recomienda no utilizar este producto al que desconoce en cuánto calidades, materiales, etcétera. Aunque las copas menstruales no son un invento nuevo y han sido probadas y se usan desde hace décadas en otros países del mundo, la COFEPRIS alega la falta de certificación en nuestro país como un peligro sanitario.
Pero ¿qué razones han llevado a la COFEPRIS a emitir dicha alerta? El documento en cuestión es vago, no aporta elementos que indiquen la realización de una investigación que haya llevado a dicha institución a considerar a las copas menstruales peligrosas como lo afirma. Las marcas de copas menstruales que se venden en el país como Femmecup, Lunette, Sckooncup, se utilizan también en Estados Unidos y Europa, donde puedes conseguirlas en la farmacia y están avaladas por las instituciones sanitarias correspondientes. En México la copa menstrual se ha popularizado recientemente por ser una opción que ofrece grandes ventajas económicas, ecológicas y de salud. Una copa menstrual cuesta en promedio $450 pesos, pero tiene una vida útil de 5 a 10 años, por lo cual representa un ahorro significativo, frente a los miles que se gastarían anualmente en toallas sanitarias o tampones. Una mujer, en promedio, tira unas 300 toallas anualmente, una toalla se degrada en 500 años. Por otro lado, la copa utilizada con suficiente higiene es una opción sana, ya que respeta la flora vaginal que es necesaria para prevenir infecciones.
Las copas son una opción ventajosa para las mujeres que eligen utilizarla. Sin embargo, también es necesaria la regulación de su distribución. ¿Por qué? En México dos empresas distribuyen copas que cumplen con todos los requisitos de importación y sanidad Alternativas Ecológicas[3] y Luna Cup[4], cada una cuenta con un directorio de distribuidoras. Sin embargo, hay también en el mercado muchas copas piratas, llamadas “copas chinas”. La distribución de las copas piratas pone en riesgo la salud de las mujeres, pues se desconoce la calidad de los materiales. Es ahí donde la COFEPRIS tiene un reto.
Hay un movimiento de mujeres interesadas[5] en el uso de estas alternativas, que se informan y eligen sus copas menstruales bien informadas, he ahí el crecimiento en la demanda de este producto. ¿Será que su popularidad afecta otros intereses? ¿Te has preguntado cuánto dinero reciben los fabricantes de toallas desechables y tampones cuando las mujeres compramos mes con mes sus productos? ¿Te has preguntado cuántas toallas tiran mensualmente a la basura todas las mujeres que conoces? ¿No es violencia hacia las mujeres limitar el acceso a productos saludables tanto para nosotras como para el ambiente?
Mucho qué hacer…
Como he dicho antes, hace algunos años que parte de mi tiempo lo dedico a ofrecer información menstrual y me he encontrado con toda clase de preguntas como: ¿La copa menstrual se me puede perder adentro? ¿Me la tengo que quitar cada que orino? … Cuestionamientos que son muestra de la falta de información, que me han llevado a aprender y profundizar sobre el cuerpo femenino y a veces a explicar exclusivamente sobre el cuerpo femenino, aspectos tan básicos como dónde está cada parte de nuestro cuerpo.
Por otra parte, pensando el problema en términos sociales, hasta ahora esta carencia ha dado el control de nuestros cuerpos a médicos, empresas, al Estado mismo. Por lo que además de ser un tema de salud pública, aprender sobre nuestro cuerpo y ser dueñas de nuestra salud es un acto político. Es urgente fortalecer los escasos proyectos de educación menstrual; tener información y acompañamiento adecuado debe ser considerado dentro de los derechos sexuales y reproductivos las mujeres. Si quieres saber más sobre menstruación de invitamos a ver el documental La luna en ti.[6]
La educación menstrual es urgente porque este hueco nos priva de la posibilidad de decidir. Es urgente comenzar a llamar a este proceso por su nombre, es urgente comenzar a nombrar nuestro cuerpo. Es urgente hacernos dueñas de nuestro cuerpo.
[2] Alerta Sanitaria de COFEPRIS http://www.cofepris.gob.mx/AS/Documents/COMISI%C3%93N%20DE%20OPERACI%C3%93N%20SANITARIA_Documentos%20para%20publicar%20en%20la%20secci%C3%B3n%20de%20MEDICAMENTOS/Alertas/Comunicado%20copa%20Menstrual_03022016.pdf
[3] Sitio de Alternativas Ecológicas
https://www.facebook.com/AlternativasEcologicasMexico/?fref=ts
[4] Sitio de Luna Cup
http://lunacup.mx/copamenstrual/
[5] Vulva Sapiens, Lunita en mi,
[6] La luna en ti, documental. Ve al video